Me refiero, por ejemplo, a esos banners que te tapan la página que quieres leer. O
a los que al pinchar en el aspa, en lugar de cerrarse, te llevan a la página en cuestión como si hubieras pinchado para saber más. O esos otros que no llevan ni aspa para cerrar y te obligan a desplegar el menú "archivo" de tu navegador para poder deshacerte de ellos. Parece que los que diseñaron estas estrategias pensaron: "¿Cómo obligamos al consumidor a ir a nuestra página sí o sí?".
Con este tipo de trucos sucios se pueden conseguir muchos clics para las estadísticas, que siempre lucen mucho en las presentaciones y delante de los clientes. Pero no son resultados reales. Porque muchos de los usuarios a los que se ha forzado a hacer clic, lo harán echando humo por las orejas y su recuerdo de la marca será terrible. En el peor de los casos, incluso utilizará las redes sociales para denunciar este terrorismo publicitario.
Como ya dijimos aquí, lo suyo es crear la oportunidad de un encuentro apropiado entre la marca y el consumidor. Además, con todo lo que nos ha traído la tecnología, han nacido nuevas formas de llegar al público que, encima, están en constante evolución. Para los que nos dedicamos a la publicidad, esto significa que no podemos dejar de re-inventarlas.
Piensa, por ejemplo, en los youtubers: esos jóvenes alocados que cuelgan toda clase de vídeos y que tienen miles de seguidores en Internet. Si localizas a un fenómeno de masas, ¿quién puede ser mejor para hacer llegar un mensaje con intención viral? Claro que, hay que tener en cuenta que el estilo particular de ese youtuber guste a quien recibe el mensaje. Pero, si está dentro de las características de sus fans, tienes mucho ganado.
En Mr. No Name lo comprobamos con esta campaña, que tenía un mensaje difícil dirigido a adolescentes. Para poder llegar a ellos, elegimos como embajador a Zorman, un youtuber con muchos seguidores del target. La campaña fue un éxito y, aunque tuvo otras claves igual de importantes, sabemos que una de ellas fue contar con él.
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