lunes, 2 de diciembre de 2013

"Se busca diseñador gratuito para superproducción de Hollywood".

"¿Pero de qué se quejan los creativos? Se dedican a sentarse con un gin tonic hasta que se les ocurre alguna locura, yo también quiero trabajar así". He escuchado frases como ésta más veces de las que me gustaría. No soporto que la gente se queje por quejarse, pero hay por lo menos un par de asuntos que hace que en las agencias nos pongamos en plan Hulk. Y con razón.

Empiezo por la manía que tienen de no pagarnos por nuestro trabajo (o pagarnos una cantidad insultante). Se da por hecho que pensar ideas y ejecutarlas para presentarlas es gratis. Pues no. Se gastan recursos (humanos y materiales) y tiempo. ¿La gran trampa para que aceptes estas condiciones? Este vídeo genial de Scofield Editorial la explica muy bien:



Si no ves los subtítulos en castellano, dale al Play y busca este icono abajo a la derecha:

Un caso aparte dentro de este punto son los concursos. Cuando nos dejamos la piel gratis para ganar una cuenta, pueden pasar muchas cosas. Por ejemplo, ganamos pero nos tiran la idea a la basura. Si la campaña ha triunfado, será porque ha gustado; entonces, ¿por qué nos obligan a empezar de cero? Además, si trabajamos bien (que es lo suyo), ya hemos presentado lo mejor. 

Otro ejemplo, quizás el más terrible: que el concurso ya tenga un ganador desde el principio. ¿Por qué nos hacen perder el tiempo así? Eso, sin entrar en la brutal falta de respeto por el trabajo de los demás.

Por supuesto, hay situaciones aún peores: trabajar gratis, que te timen, te plagien y, encima, te amenacen. A un diseñador le ha pasado esto mismo con el cartel de una película de Spike Lee (si ni trabajando para alguien como él puedes ganar una cantidad digna...).

Esto me lleva directamente a la segunda situación que hace que nos hierva la sangre: el mito de que no es un "trabajo de verdad". Claro, lógico que no nos paguen si no se considera un trabajo. Esta profesión es peculiar y depende mucho de lo inspirado que uno esté. Pero como se suele decir, las musas te tienen que pillar trabajando. Las ideas geniales pueden ser fruto de un chispazo, pero no son fortuitas. Es más, lo normal es que ese instante de "eureka" surja después muchísimo tiempo invertido en pensar en esa campaña. Y sin gin tonics (al menos durante el horario laboral).

Es cierto que los caminos de la creatividad son inescrutables, pero una campaña se traza con una estrategia sólida y mucho sentido común.


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Esto es lo que ha publicado Spike Lee en su cuenta de Twitter sobre la polémica con el diseñador y el cartel de su película:
Viene a decir: “Nunca he oído hablar de este tío Juan Luis García, si tiene algún problema no es conmigo. Yo no lo contraté, no lo conozco. Eh, escribirme es un truco barato”.

Ante semejante mensaje, me gustaría responder 3 cosas:
  1. Da igual que no lo contratara directamente, es el máximo responsable, es su película. Así que no me sirve que se lave las manos de esta forma tan burda.
  2. Un diseñador con un currículum como el suyo no necesita recurrir a un truco sucio para encontrar trabajo. Si se hubiera molestado en mirar su web lo sabría.
  3. ¿No hubiera sido más fácil llamar a la agencia y pedir explicaciones en lugar de menospreciar al profesional? ¿No es él también un creador, un artista? ¿Dónde están la empatía y el beneficio de la duda?
Para terminar con un pequeño escalofrío, el diseñador ha retirado la carta abierta a Spike Lee de Internet. ¿Le habrán amenazado de nuevo con una tonelada de denuncias?

De todas formas, es inútil: una vez subido un contenido a Internet, ya nunca desaparece del todo (en este caso para bien). Por eso, a pesar de que el link de nuestro post original con la carta ya no funciona, todavía puedes leerla en este artículo y averiguar más sobre la noticia aquí.

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