Como decía mi abuela "obras son amores y no buenas razones". Ése es el motivo de que la campaña "Benditos bares" de Coca-Cola me frustre un poco. A ver, el mensaje cercano y emotivo funciona; la realización es impecable; y, bueno, es el tipo de mensaje propio de esta marca. El problema es que la realidad desmonta el anuncio: la gente no ha dejado de ir a los bares porque esté boicoteándolos o hayan dejado de molar; no va (o mucho menos que antes) porque no tiene dinero. Sí, es muy duro decirlo así, pero es cierto.
Por eso, no me gusta que la marca se limite a transmitir un "mensaje bonito". Y lo que más me irrita es el discurso solidario cuando en realidad no están ayudando a nadie. Peor aún cuando es una multinacional todopoderosa que podría echar una mano de verdad. Porque cuando quieren, así lo hacen. Como la filial de Coca-Cola en Filipinas, que ha decidido destinar su presupuesto de publicidad a ayudar. Una de cal y otra de arena, quiero suponer.

No hay comentarios:
Publicar un comentario