jueves, 29 de mayo de 2014

7 Pecados Laterales: Victoria.

Otros pecados laterales


En Mundo Lateral, mucho antes de la abolición de la obediencia por ineficiente, floreció un imperio con un poder arrollador. El mito trascendió gracias a unos incunables que narran las proezas y personajes prominentes de una de las civilizaciones más brillantes que existieron: los hipopotámicos.

Los hipopotámicos desarrollaron grandes inventos como el molino de riego, el tiovivo a vapor, la rueda, el helado de frutos del bosque, la epistemología o la ropa interior; por este orden. También fueron expertos navegantes y astutos diplomáticos; unos maestros en el comercio y profundos filósofos. Pero, sin duda alguna, por lo que más eran respetados -y temidos- era por su poderoso ejército, conocido como Trenza Dorada.

De Trenza Dorada se decía que si la vieras recortando la silueta del horizonte ya estarías atravesado por sus flechas. Se contaba que todos sus caballos galopando provocaban corrimientos de tierra, que sus magos conocían el secreto para matar a los vivos y rematar a los muertos, que sus máquinas de guerra podían empujar un castillo entero hasta despeñarlo por un barranco; que sus guerreros eran tan bravos que podían combatir con un brazo cercenado, incluso su brazo cercenado podía combatir sin el guerrero...

Lo cierto es que Trenza Dorada era tan desproporcionadamente poderosa que jamás tuvo que acometer ninguna batalla. Cuando un poblado sabía que los hipopotámicos se acercaban para invadirles, recogían sus cosas y se marchaban lo más rápido posible. Algunas ciudades dejaban comida preparada para inspirar su piedad y no ser perseguidos.

La civilización hipopotámica extendió su territorio a tanta velocidad que su población no nacía al ritmo suficiente para poblarlo. Esto, sumado a que los pueblos invadidos no dejaban ni un famélico esclavo, acabó por hacer insostenible su política imperialista. ¿Para qué invadir territorio abandonado que además precisaba ser vigilado para no ser reconquistado?

En el senado se tomó una decisión drástica: debían hacerse más débiles o ningún pueblo querría guerrear con ellos. Trenza Dorada se disolvió otorgando jubilaciones doradas a sus ex mandos. Después, enviaron espías a otros reinos para que hicieran correr el rumor de que Hipopotamia estaba en decadencia y les filtrase información acerca de sus debilidades. Además, por ley establecieron una proporción mínima de batallas que debían perder y daban por lo menos un mes de plazo al enemigo para que este pudiera prepararse sin ansiedad.

Pronto se extendió la noticia: los legendarios hipopotámicos no eran inmortales. Se decía que sus elefantes copulaban en mitad de la batalla aplastando a sus conductores, que todos sus arqueros eran bizcos o padecían temblores, que sus guerreros no estaban uniformados y se equivocaban al embestir con la espada… Aunque lo cierto es que muchas veces se dejaban ganar. Pero esto era un secreto diplomático que no se revelaba al enemigo por cortesía y para no minar su moral.

De esta forma, las guerras volvieron a su natural equilibrio y la civilización hipopotámica, cuna de la cultura lateral actual, pudo extenderse gracias al saqueo y pillaje de los pueblos que ahora sí tenían la esperanza de conservar sus bienes. Y de vez en cuando, los conservaban, para su gran regocijo.

Desde entonces en Mundo Lateral, en cualquier tipo de competencia, se celebra el ganar, sí, pero de forma variada y equilibrada. Si se abusara de la Victoria se acabaría el comercio, los concursos de longitud de bufandas y el botepié, entre otras muchas cosas. Allí no importa ganar, ni siquiera participar: importa el juego.

lunes, 26 de mayo de 2014

¿Hacer el bien tiene recompensa?


En un post anterior comentamos el "lado oscuro" de la publicidad con un anuncio que hace que nos avergoncemos de nuestra profesión. Menos mal que existen otros ejemplos que demuestran que también puede haber muy buenas intenciones detrás de la venta de un producto. 

El anuncio vende un seguro de vida de la empresa Muang Thai Insurance, pero la verdad es que contiene un mensaje que va más allá de conseguir clientes. Porque aunque ninguno de nosotros vaya a contratar un seguro tailandés, la historia nos inspira a todos. Nos hace recuperar la fe en la humanidad y en la capacidad de cada uno para marcar la diferencia. Sin importar lo pequeña que pueda parecer. (Por cierto, éste es un mensaje totalmente #Calcetinati ;-)

Para Mr. No Name este anuncio es otro ejemplo de "publicidad para el bien", no está regalando cafés o premiando donaciones de sangre, pero tiene un beneficio emocional para todos los seres humanos. Al menos para todos los que aún tienen un corazón que late con sentimiento. Enhorabuena a Ogilvy & Mather Bangkok, no nos extraña nada que esté en la lista de los mejores anuncios de la televisión. Lo que más nos ha gustado es que el "premio" por las buenas acciones sea el cariño que se recibe a cambio. Y además, que el ejemplo sea tan contagioso. Nos encantaría que se convirtiera en una pandemia mundial.

lunes, 19 de mayo de 2014

Érase una vez un gobierno con cojones


Este anuncio del gobierno danés para incentivar el voto de la gente joven ha causado tanto revuelo, que lo han acabado retirando. Pues qué lástima, la verdad. Sí, vale que es violento, explícito y hasta de mal gusto pero... ¿Se han preguntado a quién iba dirigido el anuncio? ¿Se ha quejado el público objetivo? Creemos que no. En publicidad cada vez es más difícil encontrar a clientes que se atrevan a arriesgar. Mucho menos con un sentido del humor a caballo entre Beavis y Butthead y Padre de familia pero con escenas no aptas para el prime time

La abstención juvenil en las elecciones es un problema grave. Hay una parte que no tiene arreglo (no se sienten representados y no nos extraña), pero si queremos que se involucren hay que hablarles en su idioma. Incluso si es a través de una colleja mental para decirles que no se puede "pasar de votar" y luego quejarse de las consecuencias. 

Para nosotros el anuncio es un acierto. Y no porque se trate de otro ejemplo de "mal o bien pero que hablen de ti", sino porque tiene todos los ingredientes para causar un gran impacto en el público objetivo. En una época en la que triunfan películas como Kick Ass o personajes como Stewie, un vídeo bonito lleno de mensajes sobre la responsabilidad cívica (da igual qué palabras se utilicen en el eslogan), caería en saco roto o los propios jóvenes lo convertirían en una parodia de sí mismo. En Mr. No Name no conocemos el humor danés, pero aún así aplaudimos  osadía de su gobierno al ir a por todas con este anuncio.

Con esto no qlaueremos decir que todo vale con tal de llegar al público objetivo. Existen límites que no se deben traspasar, como demostró el anuncio de Desigual para el día de la madre. En este caso compartimos la indignación colectiva. Lo más triste es que a esta marca no le hacía ninguna falta meterse en semejante jardín.

lunes, 12 de mayo de 2014

El "yo, me, mí, conmigo" está pasado de moda.


En Mr. No Name hoy celebramos que la epidemia positiva se propaga: hemos encontrado otro gran ejemplo de promiscuolaboración. En este caso se trata de Coshop, una tienda de ropa y complementos en la que conviven varias marcas. Tras este proyecto se encuentra Capitota, una productora de ropa dispuesta a incubar nuevas ideas.

Es cierto que una tienda de moda multimarca no es una novedad. Sin embargo, en Capitota Productions tuvieron en cuenta algo muy importante: que lo más normal es que recordemos el nombre de la tienda en lugar de las marcas de los diseños que se comercializan en ella. Por eso, decidieron dar a cada diseñador su propio espacio para que pudieran mostrar su identidad. Como ellos mismos dicen: "Tú entras en la tienda y sabes perfectamente dónde empieza y termina una marca”.

Por si fuera poco, apuestan por una moda sostenible (es una de las condiciones para estar presente en Coshop); siguen abiertos a nuevos diseñadores y sus locales revitalizan barrios desolados por la crisis (como sucedió con el barrio de Born en Barcelona cuando abrieron allí su primera tienda). Promiscuolaboración y WIN-WINidad. Bravo.

lunes, 5 de mayo de 2014

Disfrázate de ti mismo


Casting a ciegas de La Voz en Gran Bretaña. Una canción con chispa y una voz con carisma, pero sólo un juez se da la vuelta. ¿Por qué? Porque los demás asumieron que, al ser un tema de Ray Charles, sólo podía tratarse de alguien mayor. Y claro, no les interesaba. No podían imaginar que en el escenario hubiera una chica joven, atractiva y con suficiente personalidad como para hacer su propia versión de una canción de 1955. 

Si la cantante hubiera elegido algo más actual, seguramente hubiera conseguido el apoyo de más jueces. Entonces, ¿se equivocó? No. Eligió el tipo de música que le gusta, el tipo de música con el que se identifica. Decidió mostrarse como es. Sin disfrazarse para la ocasión con un traje a medida de los 40 Principales. Corrió el riesgo y acertó, consiguió al juez más difícil del programa: Sir Tom Jones (que también arriesgó y salió ganando).

Aunque aún se da demasiada importancia a los envoltorios, lo bueno es que su significado está cambiando. Ya no estás obligado a ir de traje y corbata a una entrevista para que te tomen en serio. Es más, quizás te prestarán más atención si llevas camiseta y vaqueros, como cuenta Yorokobu en este estupendo postEs una señal que se debe tener en cuenta. Porque en esta era tan dinámica, aferrarse a los tópicos puede ser un gran error (como el de los jueces del vídeo).

En el caso de la relación entre cliente y agencia, en Mr. No Name pensamos que es el momento de abrir las ventanas para que el aire fresco disperse estereotipos que no benefician a nadie: clientes que desconfían por sistema porque las agencias "les quieren vender humo"; agencias que se piensan que los clientes "nunca entienden nada". Por nuestra parte debemos asumir que quien mejor conoce su negocio es el cliente: hay que escucharle más y mejor. Por la suya, el cliente debe comprender que, por loco que le pueda parecer, lo que le presentamos es la solución al problema que nos han planteado. Una solución que surge de un equipo de profesionales que le ha dado muchas vueltas. No somos enemigos, estamos en el mismo barco: porque si la campaña triunfa, ganamos todos.