lunes, 25 de noviembre de 2013

7 Pecados Laterales: Introducción


Hablemos de moral allí donde vive el Míster ¿Existe la ética en Mundo Lateral? En cierto modo sí, pero no como aquí. Nunca ha existido la persona o la institución que se dedicara a pensar qué clase de cosas conviene evitar porque son malas, o qué recompensa se merece alguien por hacer lo correcto. La educación infantil es muy diferente (aquí no la llamaríamos educación) y la religión ni se concibe. Si pides a un lugareño que te explique algo acerca de sus códigos éticos te mirará como si no te hubieras duchado en una semana.


– ¿Y si le meto el dedo en la nariz? – podrías preguntar al hipotético lugareño a modo de ejemplo.

– Se manchará el dedo. – le respondería el habitante de Mundo Lateral.

– Es un ejemplo estúpido. – dirías para aflojar la tensión y darte tiempo para formular una pregunta menos pueril. – ¿Y si entro en su casa aprovechando que deja usted la puerta abierta y le rompo la vajilla? – no es un ejemplo brillante pero podría valer, piensas.

– Mientras usted se ocupa del acto vandálico yo iría a la suya y me llevaría objetos de valor equivalente o superior.

– ¿Y no le molestaría que me hubiera metido en su casa y destrozado sus pertenencias sin razón alguna?

– Oh, sí, por supuesto. Pero de forma implícita me habría dado permiso para llevarme su molinillo fotográfico y adoptar un gatito. Y a mí esa vajilla nunca me gustó demasiado. Así que le daría las gracias en tono iracundo pero agradecido al mismo tiempo. También le invitaría a tomar el té… pero tendríamos que ir a su casa puesto que en ese momento mi vajilla estaría destrozada.

– No entiendo nada. – le dirías aturdido. 

– Lo he hecho lo mejor posible – contestaría el caballero con total honestidad.

– ¿Y si le salvo la vida? – supongamos que no te dieras por vencido y pusieras un ejemplo extremo.

–  ¿Cómo?

– Imagine que las puertas de un ascensor horizontal* están a punto de cerrarse y usted se ha mareado, ha quedado inconsciente y al caer al suelo ha quedado con el cuello justo en la línea de cierre.
*Conviene aclarar ahora que las puertas de los ascensores laterales se cierran con un golpe seco sin previo aviso y están afiladas como una guillotina. Además de usarse para los desplazamientos largos, este sistema se aprovecha para cortar madera o libros gruesos. Aunque hay campañas de concienciación, la población se ha habituado al riesgo y todos los años desaparecen millones de dedos. Puede que en otra entrada expliquemos más sobre su principal medio de transporte.
– Ah, sí, continúe. – te apremiaría el amable caballero. 

– Imagine que tiro de usted hacía dentro y le salvo la vida. 

– Seguiría viviendo, ¿es eso?

– Sí, gracias a mí. Si no fuera porque tiré de usted hacia dentro el ascensor le habría decapitado.

– Supongo que prefiero vivir a morir decapitado. Me gusta vivir de momento.

– ¿Y no me estaría agradecido por salvarle la vida?

– Bueno. Supongamos que usted me agarra por los pies y me desplaza unos centímetros. Quizás usted es aficionado a estirar de los tobillos a la gente y casualmente sigo vivo. Quizás es usted un fetichista. No sería raro puesto que mis tobillos son muy atractivos y siempre llevo hermosos calcetines. En todo caso, no me parece que agarrar a alguien por los tobillos merezca mayor elogio. Es muy fácil. Si eso es salvar vidas, yo puedo salvar su vida en este mismo instante, ¿quiere que le salve la vida?

– No, gracias. Estoy bien así. Puede que no me haya explicado bien. Lo importante no son los tobillos sino el hecho de que su cabeza iba a ser seccionada por la puerta del ascensor. Y yo, de forma intencionada, lo habría evitado.

– Ya… pero la situación de riesgo es mérito del ascensor, no suya. Usted ha hecho algo muy básico que cualquiera puede hacer, hasta una niña pequeña. Y créame, tengo unos tobillos gruesos y tonificados. Muchas damas me lo han comentado. Entre usted y yo, no sería la primera vez que me salvan la vida.

– ¿Entonces preferiría que le hubiera dejado en la misma posición en la que cayó desmayado?

– ¡Por supuesto que no! Hubiera sido decapitado por un ascensor. Es un dolor horrible.

– Entonces, ¿no he hecho algo bueno cuando le he arrastrado para dejarle fuera de peligro?

– Mmm… creo que empiezo a entender lo que quiere decir. Oiga, me estoy cansando de hablar con usted y además tengo que ir a recoger unas frutas que he dejado encargadas. 

– Oh, por supuesto, ¿nos vemos mañana por la tarde y seguimos conversando?

– No me fío de usted. Se le ha ocurrido demasiado pronto el ejemplo de destrozar mi vajilla. Prefiero hacer nuevos amigos o conservar otras amistades que estoy seguro de que no atacarán mis bienes.

– ¡Era un ejemplo! le juro que nunca haría tal cosa. Por favor, necesito intercambiar información, ya sabe, para adaptarme. No tengo más amigos en esta ciudad. Estoy solo.

– Y con toda la razón, caballero. Resulta usted francamente perturbador.

Menos mal que esta conversación era un supuesto que sólo debías imaginar porque, de haber pasado realmente así, déjame decirte que tu actuación habría sido sumamente bochornosa.

¿Quiere esto decir que todo vale en Mundo Lateral? No.

Si te desmayaras en el borde de un ascensor y estuvieras a punto de ser decapitado, con total seguridad cualquier ciudadano te hubiera agarrado por los pies o las axilas para dejarte fuera de la zona de corte. Lo harían rápidamente y sin dudar, igual que en nuestro propio mundo. La diferencia es que, después de hacerlo, seguirían concentrados en sus propios asuntos y no esperarían que mencionaras nada al respecto. Nadie ha pensado que eso es "bueno". Es tan bondadoso como encoger la espalda bajo la lluvia o frotarse el codo cuando nos lo golpeamos contra una mesa. Así funciona, no hay más. 

De todos modos un observador externo sí puede advertir ciertos patrones morales que pasan desapercibidos para los propios habitantes de Mundo Lateral. Para hacer accesible su comprensión desde nuestro Mundo Recto los hemos categorizado en siete pecados laterales:
· Silencio
· Talento
· Victoria
· Obediencia
· Justificación
· Épica
· Madurez
Son siete porque queda bien. Pero podrían ser seis o nueve. Lo más probable es que sólo podamos hacer una burda aproximación a una sociedad cuyas sutilezas se nos escapan a pesar de nuestras ricas conversaciones con el Míster. En próximas entregas de Mundo Lateral iremos repasando pecado por pecado. Esperamos que estas breves notas te puedan servir para moverte con soltura si algún día, quién sabe, caes al otro lado.

No hay comentarios: